CÓMO SER RICHARD Y NO MORIR EN EL INTENTO - (4)

Hola gente, 

Os traigo un relato de base de uno de mis personajes favoritos. Richard, un chico que es obligado a cometer muchas atrocidades en su vida. Un chico que todavía no ha conocido el amor y del que, huirá en buena parte de su existencia. Conoceremos más de Richard, nos acompañará en esta aventura. Pero, no sin saber qué fue lo que lo hizo así. 
Que disfrutéis:

COMO SER RICHARD Y NO MORIR EN EL INTENTO

Su padre había matado a su madre una noche que llovía a cántaros. Escuchó los balazos amortiguados entre los relámpagos, y quizá fue por eso que no sintió miedo.

La mató a ella y a su amante, que resultó ser el hermano de su padre.       

     Richard tenía diez años cuando esto ocurría en su misma casa, mientras él hacía muy bien aplicado unos problemas de matemáticas.

No hace falta comentar que ese hecho lo marcó eternamente, porque después de la masacre fue enviado con una prima hermana de su padre, que fue la única que pudo hacerse cargo de él. Rita (la tía), falta de una pierna, y sujetada por un bastón, abusaba del recién llegado inquilino, haciéndole limpiar, cocinar y a veces hacía algunas cosas ocultas.

            Rita no tenía muchos amantes y él, quizá por la inexperiencia o por el terror que le producía el bastón de Tía Rita, aceptaba como normal aquellas cosas que luego supo que eran delito y de las que costaría muchísimo desprenderse.

            Con los años fue forjándose un carácter de lo más agrio, serio y perturbador. Sus ojos no expresaban sino odio, rencor. Primero hacia su madre, por ser una zorra. Luego por su padre, por haberle abandonado y ahora, por la vieja pasa que le mangoneaba con su bastón.

            Pero Richard sabía que esto no iba a durar para siempre. Algún día él sería más fuerte y más sabio que ella y podría vengarse.

            Logró ahorrar trabajando como mozo de almacén y cuando tuvo la oportunidad consiguió comprar un arma. La guardaba celosamente entre sus ropas, comprobando varias veces al día que seguía allí. Cuando llegaba la tarde, temblaba acurrucado en la cama esperando oír el bastón y el traqueteo del pesado cuerpo de su tía acercarse a su puerta. Así, noche tras noche, con el horror de verse abolido ante las perversiones de esa mujer. Esperando el momento, quizá encontrando en sí mismo aquello que le daría la fuerza suficiente como para acabar con todo. 

            Pero el destino le dio el valor, una noche lluviosa de mediados de noviembre dos hombres armados entraron en el rancho de tía Rita, se filtraron por la puerta de la cocina y lograron entrar al piso. Richard, los vio desde la ventana de su habitación. Rápidamente y agudizando el oído, preparó una mochila con sus cuatro pertenencias sin olvidar su arma y el dinero. Se escondió bien, allí donde su Tía nunca lo encontraba, en el hueco de un armario empotrado en el pasillo de las habitaciones.

            Los atracadores se llevaron, la vajilla entera, plata pura, además de algunos cuadros y joyas. Entraron en la habitación de tía Rita, su bastón estaba apoyado en la cama, junto a ella, pero no se despertó cuando uno de los hombres tropezó con él, sin querer. Se llevaron sus anillos y sus cadenas de oro. Richard los miraba desde el huequito, detrás de la puerta entornada. Vestía de negro y escondía el arma tras de sí; pensaba: “esta es mi oportunidad”.           Una vez ellos se hubieron ido, se acercó lentamente a la habitación de Rita, se arrimó a su oído y le dijo gritando como un loco: “¡Tía, te han robado tus putas joyas!”, la mujer, horrorizada por el grito se despertó de inmediato agarrando un invisible bastón que no estaba en su lugar, miró a Richard por última vez y vio que esa pistola le apuntaba al estómago, se despidió de su sobrino con un terrorífico: “¡hijo de puta!”. Un disparo, mucha sangre, el impacto impresionó al joven Richard que por un momento pareciera dejarlo todo y socorrer a la víctima, pero no lo hizo, disparó otra vez en el espejo (para parecer que había habido forcejeo con los atracadores), y le robó a tía Rita algo que aquellos hombre no habían querido y de lo que Richard pensaba que era lo único que valía la pena llevarse de esa casa. Su vida.