EL VICIO DE ESCRIBIR

Celebrar el día de Sant Jordi, que desde siempre ha sido mi día favorito por excelencia, con vosotros es una cosa maravillosa.   Para mi Sant Jordi es especial por muchos motivos. Hace muchos años, cuando apenas había cumplido los doce años, me encontraba yo paseando por el Paseo de Gracia, la Rambla Catalunya, la Gran vía… El recuerdo es lejano pero claro. El cielo lucía un azul precioso y las pocas nubes que había eran de un blanco impecable. Las rosas rojas adornaban las calles y las mujeres, sonrientes sujetando cuantas más mejor. Recuerdo que de adolescente era como una obsesión el adivinar quién te iba a regalar una rosa y la preocupación por no recibir ninguna era motivo de depresión. Pero, siempre había una rosa para ti. Ya fuera de tu padre, de tu hermano, tu tío, tus amigos, y para mí y por eso es tan especial este día: La mejor rosa era la de mi tío-padrino-mejor amigo Jordi.   Celebrábamos su santo, nos regalábamos la rosa y el libro y vivíamos esta jornada como