SER BÁRBARA NO ES FÁCIL – (9).

Buen día a todos,
Mi ausencia en estos días se ha debido a un molesto catarro que se ha convertido en sinusitis que debo tratar muy bien porque todo el mundo me cuenta experiencias horribles sobre ella. Es curioso porque a la gente se le ocurre contarte siempre casos extremos de enfermedades comunes y la premisa a cualquier historia siempre es: No quiero asustarte pero… (Mi tía, prima, abuela, amiga, sobrina) ...
Después de haber oído todas las experiencias de mis conocidos he tomado la decisión de tomar los antibióticos en la hora exacta e intentar no sorber los mocos en ningún caso no vaya a ser que me dé una embolia.
En fin, que voy a seguir con mi relato. Teníamos a Richard muy enamorado, en una historia de empalague dulzón que rozaba el almíbar, como dice Norah, por eso lo vamos a dejar ahí, un rato. Que disfrute. Me paso a Bárbara, a ver si nos da algo de nervio y acción. Los personajes malos malísimos me encantan a ver qué tal os cae esta mujer que no le teme a un asesino.

SER BÁRBARA NO ES FÁCIL – (9).

Se sentía tan cansada esa mañana que apenas podía darse la vuelta en la cama. El frío se le había metido en la espalda y ya no tenía nada que hacer salvo cabrearse con el mundo entero. Luego, se cabreaba con su casero y con el calentador del año de maría castaña que le había dejado allí. Con lo que ella había sido, con el dinero que había tenido y con el que se había gastado y ahora no tenía ni para un piso en condiciones. Como para no estar cabreada.
Al final salió de la cama y se puso corriendo un pijama polar. Miró a su alrededor y se sintió fracasada. Esta maldita crisis la había arruinado a ella también.
Al mirar por la ventana veía su antiguo edificio de treinta plantas, recordaba perfectamente cuál era el suyo. En la planta veintiuno. Espacioso, moderno, con clase. Pero demasiado caro para ella. Cuando la inmobiliaria quebró no le quedó más remedio que mudarse. Y esa mierda de piso de segunda mano y sin calefacción era lo único que podía permitirse. Las deudas de la empresa la habían sumido a un estado de pobreza que jamás había imaginado. Por eso, cuando vio a Richard aquel día en el Club, no se lo pensó dos veces.
-          ¿Eres tú el contacto de Manuel? –dijo de primeras, al oído y con la mano derecha le sujetaba la cabeza por detrás impidiendo que él se girara y le viera la cara.
-          Sí, soy yo. ¿Sra. Cuesta?
-          Silencio. Mi coche estará en la puerta en diez minutos.
Y Richard dejó de sentir la presión de los dedos de esa mujer en la cabeza. Se tomó lo que le quedaba de whisky y se dirigió hacia la salida. Como ella había indicado, el coche estaba aparcado justo en frente. No le daba buena espina. Pero necesitaba el dinero, quería ver lo que esa mujer le podía ofrecer. Manuel le había dicho que era de fiar, quizás solo necesitara un chófer.
-          Eres más joven de lo que imaginé. –dijo ella-.
-          Y usted más atractiva.
Lo llevó hasta un mirador, allí donde los jóvenes cachondos desataban sus hormonas. Había un par de coches en el descampado. Nadie repararía en ellos.
-          ¿Qué es lo que quiere Sra. Cuesta? Este no es un lugar muy común para hacer negocios.
-          Sí,  éste negocio sí, chico. –dijo mientras alargaba la mano y sacaba de la ranura abierta de su bolso un sobre marrón-.
-          Necesito que sigas a este hombre. En el reverso de la foto está su dirección. Te llamaré cada viernes y quiero un informe de todo lo que hace, dónde va, a quién ve, dónde y si me apuras también de qué hablan. ¿Puedes hacerlo?
-          ¿Quién es?
-          Eso no te importa. ¿Puedes? Te pagaré bien.
Él lo valoró, miró al tipo de la foto, era algo corpulento y vestía muy bien. Abrigo caro, zapatos brillantes. Un pez gordo.
-          ¿Sólo seguirle?
-          Sólo eso.
-          Está bien.

No fue hasta el tercer viernes después de ese que se vieron. Ella lo esperaba en el Club y vestía un despampanante vestido negro brillante. Los tirantes se ataban al cuello y dejaba al descubierto unos hombros finos y esbeltos. El pelo azabache en un elegante recogido y unos pendientes color plata que resaltaban entre tanta sombra.  
-          ¿Sra. Cuesta? Soy Richard. –dijo, ahora cogiéndola por el cuello desnudo, impidiendo que ella se volviera-. Tengo algo para usted.
A ella se le erizó el bello de los brazos, y quizá algo más, pero disimuló.
-          Dime. ¿Qué tienes?
Pero Richard no dijo nada hasta que llegaron al mirador. Bárbara conducía, en los semáforos lo miraba buscando aquello que le hacía estremecer. Sería su silencio, su barba, su chupa. Serían sus piernas curvas, su postura de hombre descarriado. Sería que era absolutamente distinto al hombre del sobre. El hombre que más odiaba en la faz de la tierra. El hombre que le había arruinado la vida.
-          Ya hemos llegado. –dijo con la voz temblorosa-. Dime, qué tienes.
-          Un problema Sra. Cuesta. Uno bien grande.
-          ¡Habla! –ordenó impaciente agarrando a Richard de los brazos-.
-          Tuvo un accidente. Esta grave en el Hospital Central.
Muy lejos de la reacción que él esperaba, tuvo que adaptarse al momento de la forma más profesional; Bárbara se lanzó a sus brazos en un beso rotundo en los labios. Se lanzó a él y con la lengua le abrió la boca y se la introdujo tan al fondo que no pudo resistirse. Le tenía cogida la cara con las dos manos y pronto la tendría encima. Él apoyó sus manos en su trasero y colocó a la mujer en una posición cómoda. Cuando ya casi les faltó el aire interrumpieron el beso y se arrancaron las prendas con pasión. Richard hundió su rostro entre los pechos de aquella mujer encendida y ella rió con ganas, mirando la luna de atrás, desde donde se veía la ciudad entera.
-          Púdrete en el Infierno, Oscar.
Y volvió a reír, y cogió de nuevo la cabeza de Richard y volvió a besarlo. Estaba eufórica de placer. Necesitaba sacarlo o por el contrario quién moriría sería ella.


               

Comentarios

  1. Me gusta el carácter de "tus mujeres" pero tienes que poner algún hombre bueno, ¿no? Me parece que este estilo lo tienes bien controlado, con mucha fuerza y muy dinámico. A ver cómo se junta todo luego.
    Me alegro de que te hayas recuperado, no hagas caso a las leyendas, suelen deformar la realidad.
    Besitos

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    Respuestas
    1. Norah!! Veremos a ver si hay algun hombre con el que me siente agusto en la historia. Es que se me hacen muy aburridos los hombres buenos, jijiji.
      Richard ha dejado un montón de cabos sueltos en sus huídas, y Bárbara es uno. Tendrá que hacer frente a su pasado su quiere conservar su futuro.
      Ya estoy recuperada casi del todo. Sigo con el antibiótico. :)

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